miércoles, julio 16, 2008

Barcelona, Auditori del Fòrum, 14 de julio de 2008 (AMPLIADA)


Setlist aproximado
(¿alguien lo apuntó?)

Lucinda - Ain't Goin down
Way down in the hole
Falling Down
Jockey full of bourbon
All the world is green
Other side of the world
God's Away on Business
Metropolitan glide
Sins of my father
Lie to Me
Hung down your head
Rain dogs

You can never hold back spring
On the nickel
Johnsburg, Illinois
Innocent when you dream

Clap hands
Lucky day
Hoist that rag
Dirt in the ground
Make it rain

November
Come on up to the house
Day after tomorrow

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La Vanguardia

Y Tom Waits llegó a Barcelona

El cantautor arrasó anoche en el Fòrum | Expectación entre el público que asistía al concierto y sensación de "yo estuve allí" | El cantante fue presentador de circo, fiera y, por supuesto, domador del público

Tom Waits llegó por fin a Barcelona. Y Anoche con retraso. Treinta y cinco minutos llenos de aplausos, silbidos e incluso pataleos esperaron sus fans en el repleto Auditori del Fòrum a que saliera al escenario con su grupo. Eran las 22.05 horas y, por fin, el cantautor de Pomona, California, actuaba por primera vez en Barcelona, donde lo volverá a hacer hoy.

Waits, cantautor, actor, clown y, en general, un personaje tan infrecuente como irrepetible arrasó durante sus algo más de dos horas de actuación. Dos horas que comenzaron, como es habitual en esta gira llamada Glitter and doom (algo así como Fulgor y condenación), con un tema mezcla de Lucinda y Ain´t goin´down to the well,ambos de su último disco, el mastodóntico Orphans,en concreto de la sección Brawlers.Y acabó ocho minutos después de la medianoche tras haber cantado tres bises: November, Come on up to the house y, finalmente, un sereno pero profundo Day after tomorrow.

En medio, dos horas mágicas. En todos los sentidos. El público que acudía al concierto sentía excitación y expectación ante el mito que tuvo el corazón roto y el hígado enfermo, aunque ya hace tiempo que está casado y con tres hijos, pero también, marcadamente, se vivía la sensación de "yo estuve allí", la de la ocasión que no va a volver. Y Waits hizo que nadie saliera decepcionado. Como en el cartel de la gira, en el que Waits se convierte en un mago de cuya palma de la mano emana polvo aúreo, el de Pomona no perdió ocasión de mover, agitar las manos como si fuera un prestidigitador, aunque quizá también un predicador. E hizo magia. La magia de una voz increíblemente versátil, con la que sabe jugar, un chorro de voz que ha sido calificado como de lija, pero que, sobre todo, a veces parece dirigirse hacia dentro de su boca en vez de salir de él, tal es la profundidad y las reverberaciones.

Junto a un grupo perfectamente engrasado con el que lleva rodando desde mediados de junio cuando comenzó la gira en Phoenix, Arizona, e integrado por su hijo Casey y por Larry Taylor, Patrick Warren, Omar Torrez y Vincent Henry, Waits llevó al público al delirio en más de una ocasión. Hubo palmas, canciones medio cantadas con él y momentos emocionantes, como cuando se sentó al piano para arrancarse unas cuantas canciones como On the nickel o Innocent when you dream,que llevó al público al éxtasis. Un grupo con el que cambió de registro sin dificultad encarando temas tan pegadizos y de aires latinos como Hoist that rag,que movió al público, Lucky day,el pesimista Dirt in the ground o Make it rain,en el que haciendo valer sus dotes de hechicero, y tras agitar las manos de unos brazos abiertos a uno y otro lado, fue recompensado con una abundante lluvia de polvo dorado. No faltó ironía, como la de que le gusta estar en un país con leyes civilizadas y no como en Rusia, donde no te puedes besar más de tres minutos seguidos, pero tampoco estuvo demasiado hablador. Ocupó su pequeño círculo dentro del escenario, objeto de todos los focos, en el que fue presentador de circo, fiera y, también, domador.

"Solamente pagaría este precio por Waits"

Una burrada, carísimo, desorbitado... Los entre 100 y 125 euros - más comisiones bancarias- que han costado las entradas para los conciertos de ayer y hoy de Tom Waits en Barcelona suscitan opiniones unánimes entre los asistentes, pese a lo cual los fans hablan de una oportunidad única, aun puntualizando, como Marina Espasa, que "es el único artista por el que pagaría este precio". "El primer disco que compré, por casualidad, fue de él, Closing time.Luego compré otros. Es alucinante. Pero me parece carísimo y me ha costado mucho decidirme", añade.

Algo parecido piensa la editora Isabel Obiols: "El precio es una burrada, pero vale la pena, es como asistir a una representación operística, una cosa casi única. Sopesé el precio, pero me habría arrepentido mucho tiempo si no hubiera ido. Me daba miedo, eso sí, que fuera una tomadura de pelo, que Waits, que no había venido nunca, no se lo tomara en serio, pero me dijeron que no iba a ser así y ya he visto que en otros lugares ha actuado dos horas con temas de todas las épocas".

Eugènia Broggi explica que ella se enteró del precio una vez compradas, ya que las adquirió un amigo. "Pensaba que no encontraríamos. Me parece vergonzoso el precio, pero hoy me importa un pito, estoy tan excitada y emocionada que me da igual. Fue muy importante para mí en los noventa, en el coming of age,sus discos, su presencia en las películas de Jarmusch...". Para el fotógrafo Pere Ferrer, que vive en Barcelona pero es mallorquín, "es realmente caro". "Pero no sé si volverá, así que me decidí. Me gusta su música y su personaje, lo que me da rabia es que no vaya a Palma, donde se celebra hace años el festival Waiting for Waits".

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El Periódico de Catalunya

Debut de impacto en el Fòrum

Tom Waits ofreció un recital heterodoxo en su estreno en BCN tras 35 años de carrera

 Tom Waits, en un momento de su actuación de anoche en el Auditori del Fòrum, que empezó con Lucinda. Foto:  RICARD CUGAT
JORDI BIANCIOTTO
La semana más caliente del pop-rock en Barcelona comenzó a andar anoche con un reclamo muy esperado: el cantante y pianista californiano Tom Waits, una figura de culto que debutó en la capital catalana tras 35 años de carrera con un recital en el Auditori del Fòrum. El cantante de voz áspera, que repite esta noche (21.30 horas), ofreció una depurada muestra de su arte dislocado a lo largo de dos horas de espectáculo en las que picoteó, sobre todo, su obra de las dos últimas décadas y rescató cuatro canciones de su disco más popular en nuestro país, Rain dogs (1985).

El blues deconstruido y el cabaret de cuneta desfilaron trinchados y troceados por un malabarista de voz aún más cavernosa de lo que cabía recordar, más gutural que armónica. Waits se movía entre espasmos sobre una plataforma circular, con un fondo de viejos altavoces y megáfonos decorativos, y unos cortinajes de music hall trasnochado; todo, ubicado en una caja escénica construida para la ocasión, ya que el Auditori carece de ella y el artista la exigió. Del suelo del escenario salían nubes de polvo cada vez que Waits daba un pisotón. Una máquina de vodevil harapiento que se puso en marcha con 35 minutos de retraso, informalidad que contrastó con la exigencia previa a los asistentes de acudir con puntualidad, antes de las 21.30 horas, bajo la amenaza de no ser admitidos.

Cabaret chirriante
El recital comenzó con el artista extendiendo los brazos en forma de cruz y atacando Lucinda, y se abrió paso entre retales de blues manoseado (Way down in the hole), traqueteos latinos (Jockey full of bourbon) y baladas carbonizadas (Falling down). El sonido Waits, una maquinaria poéticamente destartalada, brilló en su esplendor a través de Metropolitan glide, Hung down your head y una ovacionada Rain dogs tras la cual el artista alabó los "costumbres y leyes" que, en su peculiar opinión, rigen en España. "En Gran Bretaña no te puedes dormir con los zapatos puestos en una tienda de muebles. Y en Rusia no se permite dar un beso de más de 3 minutos. Y la vida dura más, ¿no?"

En el ecuador del recital, Waits, cuya banda incluye a dos de sus hijos (Casey y Sullivan Waits) se quedó a solas con el contrabajista y abordó un fragmento sentado al piano con You can never hold back spring, On the nickel, Johnsburg, Illinois y un Innocent when you dream en el que contó con los coros del Auditori. La colaboración del público siguió en forma de palmas con Clap hands, y el clímax final condujo a piezas como Hoist that rag y una histérica Make it rain coronado con una lluvia de purpurina sobre el artista.

Un bis con tres canciones
Como el sábado en San Sebastián, Waits ofreció un bis con tres canciones. Todas fueron, sin embargo, distintas a la capital donostiarra. Aquí sonaron November, Come on up to the house y un Day after tomorrow, que la estrella interpretó empuñando una guitarra eléctrica.
Los habituales cambios de guión escénico insinúan que el recital de esta noche aportará nuevas sorpresas. Ambos espectáculos, con las entradas agotadas, habrán atraído a un total de 6.200 personas. Tom Waits era una asignatura pendiente histórica de Barcelona, estatus alimentado no solo por su peculiar obra sino por su perfil de personaje heterodoxo que va por libre. Un libro, Tom Waits. Conversaciones, entrevistas y opiniones (Global Rhythm, 2007) ofrece uno de los retratos más completos y certeros de este personaje integrado, por fin, en el currículo escénico barcelonés.

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Avui

El geni pallasso

El californià Tom Waits captiva els més de 3.000 espectadors-fans que l’acullen com un heroi en el seu primer concert a Barcelona en 35 anys de carrera


Per si amb 35 anys encara no n’hi havia prou, ahir a la nit Tom Waits es va fer pregar 40 minuts de rellotge per sortir a l’escenari de l’Auditori del Fòrum en el primer dels dos concerts que oferirà a Barcelona. Xiulets i molta impaciència la del personal que omplia els 3.100 seients de la sala. I, en el rerefons de l’espera, el preu d’or pagat per les entrades (100 i 125 euros, més 8 de despeses bancàries) augmentava el sentiment de presa de pèl amb crits esporàdics del calibre “no hi ha dret” o “que ens tornin els quartos”, com si el retard sobre l’hora prevista fos igual que l’AVE.

Però quan Mister Tom Waits va aparèixer a l’escenari es van acabar totes les lamentacions. Amb el públic dempeus, oferint-li una ovació tancada, el músic californià va ser el primer sorprès per la impressionant rebuda. Potser per aquesta sobtada raó, en la seva mentalitat de superestrella del circ rock, Waits va marcar-se una entrada histriònica, solapant Lucinda i Ain’t goin’ down to the well interpretades al bell mig de l’escenari, sobre una tarima prèviament espolvorada per augmentar els efectes visuals de la seva esperpèntica coreografia.

Al límit de la fractura
Al seu voltant, quatre músics: Omar Torrez (guitarra), Patrick Warren (teclats), Seth Ford Young (baix) i Vincent Henry (vents), més dos dels seus fills; Casey (bateria i percussió) i Sullivan (percussió i clarinet). Forçant la veu, engrossint-la fins al límit, fins al llindar de la fractura o l’esclat, Tom Waits va saber des del primer moment captivar un públic que el venera, uns fans que han hagut d’esperar més de tres dècades per poder veure’l en directe. I la satisfacció augmenta encomanant-los la sensació de ser uns privilegiats, quan se sap que en aquesta gira europea, Glitter & Doom (brillantor i perdició), només s’aturarà en set ciutats del Vell Continent: Sant Sebastià, Barcelona, Milà, Praga, París, Edimburg i Dublin, per oferir un total de 15 concerts. L’home no es prodiga més del compte i si a més a més tenim en compte a quant pugen les recaptacions com la d’ahir, tampoc li cal matar-se per tenir el futur garantit.

Ja d’entrada, un espectador poc avesat a l’univers Tom Waits podria arribar fàcilment a la conclusió que al músic li falta un bull. Amb aquesta veu que sembla que s’hagi menjat una família de gripaus sencera, amb l’expressió gestual tan passada de voltes, vestit amb el seu inseparable barret i l’americana gris curta de mànigues; tot plegat fa que la distància entre la genialitat i la pallassada es torni gairebé imperceptible. És la seva música la que li dóna el caràcter de geni visionari que l’acompanyarà fins a la tomba. Especialment quan van començar a sonar, una rere l’altra, composicions com Falling down, Jockey full of bourbon, All the world is green, On the other side of the world, God’s away on business, Metropolitan glide, Sins of my father, Hang down your head i Rain dogs. Peces escampades al llarg de la seva discografia, la majoria escrites conjuntament amb la seva dona Kathleen Brennan.

La principal característica del Tom Waits és que ha sabut crear-se un so particular i inconfusible, una gesta musical que només és a l’abast dels escollits. Beu de fonts molt diverses, de ritmes que entronquen amb l’smooth jazz i el circ, passant pel blues d’arrel i el cabaret d’entreguerres. Una mixtura tan particular, que ell acaba d’arrodonir amb aquesta veu gutural que li ha donat la natura. Una veu que, en un altre personatge, aconseguiria que el personal li llancés tomàquets i tota mena de verdures.

Tot això succeïa abans que el californià donés un descans a part de la banda per seure darrere el piano i crear el moment més corprenedor de la nit amb interpretacions com Innocent when your dream o You can never hold back spring. Més íntim i més proper, Waits va emocionar més d’un espectador mossegant-li la fibra sensible amb el dentat del piano.

Sentit de l’humor
Tornats a la nomarlitat i amb la banda al complet, enfilaria la recta final amb temes com Clap hands, Lucky day, Hoist that rag, Dirt in the ground i Make it rain. Sempre i en tot moment, amanint les interpretacions amb el seu peculiar sentit de l’humor passat de voltes. Transformant aquest barret petit i esquifit que ha creat moda (entre el públic se’n van poder veure uns quants) en el barret de copa d’un prestidigitador que fa màgia amb les notes musicals.

Però aquí no va acabar la pel·lícula d’aquest actor ocasional que només representa papers fets a mida. La tanda dels bisos, moment delicat que serveix per avisar de l’imminent comiat, va estar protagonitzada per tres peces de capçalera: November, Come on up to the house i, per acabar, Day after tomorrow com si volgués jugar amb el temps. Aquesta nit, l’imprevisible Tom Waits tornarà a sortir a l’escenari de l’Auditori del Fòrum, i segurament ho farà amb retard. Tant se val. Canti el què canti, no serà mai igual.

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El País

El poder de lo viejo

LUIS HIDALGO 16/07/2008

TOM WAITS Auditorio del Fórum, Barcelona. Entre 100 y 125 euros. 3.500 personas. 14 de julio, 21.30 horas.

La tradición en estado puro. Eso fue Tom Waits en su primer concierto en el auditorio del Fórum, una sucesión de canciones antiguas en el mejor sentido del término, una música no desgajada de esa tradición que forma parte de cualquier cultura porque en todas hay confesiones humanas entre vapores de complicidad, desgana, cierta desesperanza y masculinidad fea y vieja. Tom Waits escenificó todo eso en un concierto que, aun sin poderse saber si estuvo por debajo, a la altura o por encima de sus prestaciones, satisfizo por recordarnos que todos formamos parte de algo antiguo.

Además de ese poso, Waits recordó con sus canciones a otro representante de tiempos pasados, a Paolo Conte. Sí, el italiano es más melódico y las afinidades no se centran en la voz, sino en la manera de manosear el material sonoro, en la forma de mezclar los ríos de estilísticos que lo riegan, en cómo se sienten cómodos siendo como son y en el acento acústico que palpita bajo su música. Eso les une. Les diferencia que Waits no precisa el formato de canción, pues bien podría acudir a una continuidad deforme de música sin estructura. Pero quizá acude a ella, a la canción, como una concesión más a su público, una más en la lista de gratificaciones con las que le obsequia: pedir palmas, hacer chistes, llevar sombrero o regodearse en la autocomplacencia que proyecta en sus fieles.

Éstos, reducidos a la más vulgar condición de fans que se apelotonan ante la venta de camisetas del ídolo, aplauden hasta los estornudos, olvidan que lo mejor del batería es ser un Waits, se abonan a la credulidad y se deshacen en ovaciones ante cualquier solo, vieron lo que querían ver. Ello puede conducir a Waits a preguntarse si gusta por lo que hace o porque se llama Tom Waits, actúa pocas veces en directo y representa lo que representa. A otra escala, pero el mismo problema que tienen, sin ir más lejos, Serrat y Raimon.

Pero Waits tiene un plus en directo que le hace aún más solvente que en disco. Será porque su tradición es de taberna y, por tanto, occidentalmente comprensible; será porque parece un miembro de la troupe de Todd Browning; será porque se mueve como los personajes lisiados de Terry Pratchet; será porque, para asentarse aún más en la tierra, sale polvo de la tarima que patea, como inspirado por el aire fronterizo de las novelas de Cormack McCarthy; será porque On the nickel, Make it rain y la final Day after tomorrow resultaron fascinantes, o será porque tras pagar 130 euros a nadie le apetece sentir que los ha malgastado, pero lo cierto es que Waits sometió. Con sabiduría y tino. A pesar de todos los pesares.


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Diario ABC

TOM WAITS: El mito de la caverna en BCN

DAVID MORÁN

Primera noche en Barcelona: Sonaron los acordes pesados y marciales de «Lucinda», Tom Waits comenzó a contorsionarse y a gesticular frente al pie de micro mientras levantaba una más que considerable polvareda con sus zapatazos y todo cobró sentido: la larga (larguísima) espera, el desorbitado precio de las entradas, el nerviosismo que se respiraba en la platea, los viejos megáfonos y altavoces que colgaban del techo de esa caja escénica construida especialmente para la ocasión, las decadentes bombillas que decoraban los monitores del escenario... Fue, en una palabra, maravilloso. Así de simple.

Sólo un incómodo retraso de algo más de media hora -si han esperado treinta años, ahora no vendrá de treinta minutos, debía pensar Waits en el camerino- y las constantes y molestas idas y venidas del personal de seguridad por delante de las butacas restaron algo de brillo al estreno del californiano en Barcelona. El impacto, sin embargo, fue de altura. Una destartalada y apasionante maravilla que se grabó a fuego en la retina de los 3.000 asistentes que, después de dos horas de actuación, veían en esa pequeña fortuna desembolsada en las entradas -de 100 a 125 euros, ahí es nada- una inversión de futuro. Y es que, si hay un concierto digno de arrinconar casi todos los recuerdos musicales y hacerse con un lugar preeminente en la memoria, ése es el que el californiano ofreció el lunes en el Auditori del Fòrum.

Serpenteando por su vasto y escurridizo repertorio, Waits fabricó un concierto a medida con un generoso repaso a «Rain Dogs» -sonaron «Jockey Full Of Bourbon», «Hang Down Your Head» y dos poderosas y rotundas versiones de «Rain Dogs» y «Clap Hands»- y guiños a «Franks Wild Years», «Swordfishtrombones» y «Bone Machine». Su voz, instrumento prehistórico macerado en lodo, gravilla y alquitrán, sonó más grave y afónica que nunca y sirvió de hilo conductor a tamaño aquelarre de blues mellado, cabaret polvoriento y mutaciones de la música popular convenientemente manipuladas por unos instrumentistas de lujo. Así, si el guión exigía más fuelle, ahí estaba Vincent Henry para soplar dos saxofones al mismo tiempo y acunar suavemente las melodías desenfocadas de «All The World Is Green» y «Falling Down».
El propio Waits se sumó a la retaguardia instrumental empuñando la guitarra en una espasmódica «Metropolitan Glidge» y sentándose al piano para rebajar ligeramente la densidad de las texturas y, acompañado únicamente por el contrabajo, prenderle fuego a «You Can Never Hold Back Spring», «On The Nickel» y «Johnsburg, Illinois». Antes de regresar a esa plataforma circular desde la que presidió toda la actuación, el californiano aún tuvo tiempo de rescatar una «Innocent When You Dream» regada en humo y bourbon para la que contó con el (tímido) apoyo vocal del público. «Hoist That Rag», servida a martillazos y con las percusiones batiéndose en duelo con las palmas del público, allanó el camino para una hipnótica y arrastrada «Make It Rain» que acabó con el concierto y con Waits cubierto de purpurina.

Pero aún quedaba más: en el bis, el cabaret mutante y cavernoso del de Pomona siguió retorciéndose al son de «November» y «Come On Up To The House» y se despidió definitivamente con «The Day After Tomorrow», fundido a negro que acabó definitivamente con una eterna deuda pendiente. Anoche repitió en el mismo escenario y, una vez más, volvió a demostrar que el no canta: pesca las canciones en lo más profundo de su garganta y las saca a la luz sólo después de haberlas pulido a golpe de lija, martillo y hoz. Será que, al fin y al cabo, el arte tiene más que ver con los artesanos que con los artistas.

11 comentarios:

Windtalker dijo...

As far as I can remember, the set list at Barcelona, 14 July, was pretty closer to the following:

Lucinda / Ain’t going down
Down in the hole
Falling down
Jockey full of bourbon
All the world is green
On the other side of the world
God’s away on business (defenitively before Raindogs)
Metropolitan glide
Sins of my father
Lie to Me
Hang down your head
Rain dogs

You can never hold back spring
On the nickel
Johnsburg Illinois
Innocent when you dream

Clap Hands
Lucky day
Hoist that rag
Dirt in the ground
Make it rain

November
Come on up to the house
Day after tomorrow


Anyway, whatever it may have been, to me it was heaven...

Anónimo dijo...

desde el privilegio de la fila 2 (centro) y con una càmara bien escondida, os ofrezco mi visión fotográfica del concierto.

http://www.grupfotoargentona.com/usuari.asp?Idu=73

un genio donde los haya!!!

toni

bitxuverinosa dijo...

thank you for the setlist, windtalker!

espectaculares las fotos, toni

Anónimo dijo...

gracias, bitxo, si quieres alguna ampliación dame tu mail y te la envio en mejor resolución, ok?

Anónimo dijo...

no es por crear más confusión, pero no tocaron "walking spanish"? juraría que sí, pero no podré la mano en el fuego por ello.

bitxuverinosa dijo...

no, estoy segura de que no han tocado walking spanish en ningún concierto de españa :(

toni, si quieres puedes enviarme las fotos a bitxuverinosa@telefonica.net

muchas gracias!

Anónimo dijo...

gracias por la aclaración. Por cierto, el audio del concierto de esta noche ya circula por ahi. Descargable via torrent desde la web www.dimeadozen.org (hay que registrarse, y para ello esperar a que haya cuentas libres)

Anónimo dijo...

No consigo registrarme correctamente. ¿Alguien podría colgar el audio en el emule? Está este concierto, pero incompleto...

Anónimo dijo...

Estoy casi completamente seguro de que no sonó Sins of My Father la noche del 14. Es una canción muy larga y facil de recordar. Alguien podría corroborarme? Flipantes las fotos de Tony. A mi casi me echan por tirar con mi cutre-digital.
PEPE desde Murcia.

Windtalker dijo...

I am absolutelly sure that "Sins Of My Father" is in the set list of the night of the 14...
I am listening to it right now!

Un gran saludo a todos los participantes!

bitxuverinosa dijo...

yo también estoy segura de que tocaron sins of my father. lo sé porque odio esa canción :)

también hicieron murder in the red barn en plan blues y bastante alargada.