miércoles, marzo 31, 2010

Ha muerto Herb Cohen


Herb Cohen, manager de Tom Waits en los años 70, murió el pasado 16 de marzo por causas desconocidas en Napa, California, a los 77 años de edad.

La de Herbie Cohen fue siempre una figura controvertida conocida por su reputación de hombre violento y el largo historial de juicios en los que se vio involucrado a lo largo de su vida.

Cohen nació en 1932 en el South Bronx, hijo de un veterano de la Revolución Rusa, y fue en su juventud bombero y marine. Tras ser expulsado del ejército, llegó a Los Ángeles a principios de los años 50, donde se involucró rápidamente en la entonces naciente escena folk de la ciudad, dirigiendo clubes como el Cosmo Alley, famoso por haber sido precintado por obscenidad tras una actuación del cómico Lenny Bruce.

Cohen era un entusiasta de la música, el queso, la confitería y las armas. Se decía que siempre llevaba una caja de granadas de mano en el coche, y cuando, a finales de los 50, se tomó un año sabático alejado del negocio musical, circularon rumores que decían que había luchado como mercenario en Sudamérica y que había traficado con armas para el líder revolucionario congoleño Patrice Lumumba.

Cuando volvió a Los Ángeles, Cohen empezó su actividad como manager de artistas como Frank Zappa, Captain Beefheart, Tim Buckley, Alice Cooper, the Amboy Dukes, Linda Ronstadt o la banda de groupies The GTOs.

Fue Herb Cohen el primer manager del joven Tom Waits. Tal y como le explicó al biógrafo Barney Hoskyns: “yo iba camino del lavabo y entonces oí cantar a Tom. Cuando salí del lavabo le pregunté si estaba haciendo algo y me contestó que no, así que lo contraté”.

La relación con Tom Waits, como casi todos los negocios de Cohen, acabó en juicio unos años más tarde. También lo llevaron ante el juez Linda Ronstadt y Frank Zappa, entre otros.

Pero quizá el litigio más estrafalario en el que se vio envuelto Cohen fue la disputa legal sobre la propiedad de la colección de veinticinco moldes de penes de estrellas del rock que había elaborado la groupie Cynthia Plaster Caster a lo largo de su carrera y que incluía entre otros una reproducción del falo de Jimi Hendrix.

Según Linda Ronstadt, la colección languidecía sin pena ni gloria en una vitrina de la oficina de Cohen: “Abrías el armario y veías todos los moldes. Me acuerdo de que me chocó. Yo sólo era una chica de Tucson y no tenía ni idea de que la gente hacía cosas así”.

jueves, marzo 11, 2010

Crawling Down Cahuenga


Si por aquellas casualidades de la vida el próximo sábado 3 de abril resulta que están ustedes en Los Ángeles, tal vez les interese subirse al autobús de Crawling Down Cahuenga, un tour organizado por Esotouric que les llevará a recorrer algunos de los lugares clave en los años de formación del joven Tom Waits.

Los guías no son otros que David Smay (autor del libro sobre Swordfishtrombones aparecido en la serie 33 1/3) y Kim Cooper (de Zoetrope Studios).

El recorrido pasa por el Troubadour, el lugar donde se encontraba el Motel Tropicana, el Ivar Theater, el Wiltern, the Nickel (Skid Row), West Hollywood, clubs nocturnos, estudios de grabación, antros de striptease…

Esta es la segunda o tercera edición de este tour especial que celebra anualmente Esotouric, empresa especializada en recorridos turísticos alternativos.
Para más información: http://www.esotouric.com/

martes, marzo 09, 2010

El manuscrito de Blue Valentines

Record Mecca ha puesto a la venta el manuscrito original de Blue Valentines. Cinco hojas con múltiples tachones y correcciones que son, hasta la fecha, el único documento de Tom Waits de este tipo que ha salido al mercado. Si a alguien le sobran 5.000 dólares...





miércoles, marzo 03, 2010

El monstruo que todos amamos

Reportaje de Diego A. Manrique en El País del pasado 26 de febrero.


En una hipotética competición para determinar el artista estadounidense más cool, es muy posible que Tom Waits ocupase el primer puesto. Alardea de productividad: puede editar dos álbumes el mismo día o juntar sus temas sueltos en un triple disco. Su música rompe normas: impresiona su primitivismo, apabullan sus desmadejados arreglos, desconciertan esas letras donde alterna religión y crueldad. Y ejerce de notable actor (secundario), generalmente en películas minoritarias.

"El público es un animal al que mejor no alimentar", suele decir el cantante

Tom Waits es generoso con su arte pero tacaño con su presencia pública. A diferencia de la mayoría de los artistas, detesta que su música sea usada en publicidad (y ha pleiteado, con éxito, contra los listos que intentaron sortear su prohibición). Raciona sus directos: sus giras son raras y breves, limitadas a actuaciones en teatros. Rechaza deliberadamente los festivales que honran su obra: Waitstock (Nueva York), Stray-dogs Party (Dinamarca), Waiting For Waits (Mallorca).

Sobre todo, Waits extiende una niebla perpetua sobre su pasado, su vida cotidiana, sus motivaciones. Concede entrevistas cuando se acerca un nuevo lanzamiento, pero los encuentros están cuidadosamente escenificados. En ellos procede a apabullar al plumilla con información trivial, aforismos ingeniosos o anécdotas improbables. El periodista descubre que se ha divertido mucho, pero que sigue sin aclarar los misterios que rodean al artista, empezando por el principal: la relación creativa con su mano derecha, su esposa Kathleen Brennan.

Los argumentos de Waits son contundentes: sus seguidores no pueden exigir conocer sus intimidades; las canciones existen por sí solas y no necesitan exégesis; su imagen pública no debe ser cuestionada. En sus palabras, "el público es un animal salvaje al que conviene no alimentar demasiado". Así que dedica muchas energías a zancadillear el primer proyecto de una biografía seria, ordenando a sus amigos y socios que no hablen con el intruso, el británico Barney Hoskyns.
Finalmente, el libro se publica y ya tiene traducción española (Global Rhythm Press), lastrada por un título chocante -Tom Waits. La coz cantante. Biografía en dos actos- y la ausencia de índice. En el prólogo, Hoskyns examina el conflicto entre el secretismo de su protagonista y su necesidad de indagar: "Está claro que no tenemos un derecho a conocer al auténtico Tom Waits, igual que ocurre con cualquiera que elija por voluntad propia excluirse de la vida social. Y sin embargo resulta inevitable que las personas que se apasionan con la obra de un artista busquen identificarse con él: todos queremos acercarnos a su grandeza".

Hoskyns divide la biografía en dos partes. El primer acto cubre desde su nacimiento (Pomona, 1949) hasta su encuentro con Brennan, mientras se rodaba Corazonada, el musical de Coppola. Husmeando los pasos de Waits, desde San Diego a Los Ángeles, muestra la consolidación de su personaje, un beat tardío que detesta la contracultura californiana, aunque comparta discográfica con su aristocracia: en Asylum Records están desde Jackson Browne a Eagles.

Hay mucha impostura en aquel Tom Waits que pretende situarse entre Kerouac y Bukowski, aunque es más espectador que participante en los excesos de la vida bohemia. Con todo, no se entiende que reniegue de aquellos discos setenteros, que ahora maltrata: están disponibles en CD con portadas desvaídas, a veces sin letras, digitalizados sin ningún cuidado especial. Afortunadamente, Hoskyns combina el trabajo detectivesco con el análisis crítico, complementando la historia de cada grabación con el despiece de sus canciones.

Tom Waits es un caso único en el negocio musical: a estas alturas, se necesita reivindicar su cancionero más accesible, dado que en los últimos 30 años sólo ha defendido su trabajo más experimental. El segundo acto de Hoskyns navega por territorio más oscuro: en su papel de padre de familia, Waits mantiene lo que los publicistas denominarían "un perfil bajo". Pocos músicos se atreven a romper el pacto de silencio implícito en una convocatoria de Tom: como jefe, no tolera que sus subordinados se quejen o que especulen con sus acciones.

Ese ensimismamiento ha generado mucha música impactante, en un ejercicio de expresión radical que no deja de plantear problemas. El Tom Waits actual se acerca tanto a la autoparodia como el desatado beatnik del motel Tropicana: ejerce de intimidante hombre lobo, lleva su cruzada antitecnológica al borde de sabotear sus propios discos. Sus escasas actuaciones se transforman en eventos fashion donde acuden VIP que seguramente nunca han escuchado a Captain Beefheart, ni, por supuesto, saben de la existencia de Howlin' Wolf. Sus torturadas canciones sirven para que bellas actrices enriquezcan sus currículos. Se ha convertido en un freak de circo, el monstruo al que todos amamos.

martes, marzo 02, 2010

Descanse en paz Alma Fern (Waits) McMurray

Publicado en la sección de esquelas de Sign On San Diego.

Alma Fern (Waits) McMurray, nacida el 22 de noviembre de 1921, murió en paz el 28 de enero de 2010 tras una breve enfermedad en Fredericka Manor, en Chula Vista. Vecina durante largo tiempo de Chula Vista, vivió en Hilltop Drive durante 35 años con su amado esposo James J. McMurray, quien la precedió en la muerte en 2006. Fue una querida profesora en la escuela elemental de Bayside, en Imperial Beach, durante más de veinte años, y se retiró joven para dedicarse a viajar junto a Jim. Tras retirarse, se mantuvo activa en la Asociación de Profesores Retirados. Hija de Olga y Howard Jonson de Grants Pass (Oregon), la familia se mudó más tarde a Gridley (California). Se graduó en La Verne Collage y se casó con J. Frank Waits en 1946. Tuvieron tres hijos, Terri, Tom y Cinthia. Todos ellos estuvieron junto a su cama durante la última semana de su vida. Fue muy querida por todos los que la conocieron, desde el profesorado de Bayside y los miembros de la iglesia de Chula Vista, de la que fue miembro durante muchos años, hasta sus nuevos amigos de Fredericka Manor, donde ella y su marido James “Jim” McMurray se mudaron en 2002. Era conocida en Fredericka por su amabilidad y atención hacia todos a quienes conoció. Su gran familia la recordará por su alegre y abnegada disposición, su amor por la música y su fuerte fe. La sobreviven sus hermanas Marie Capen, Wanda Millar y Arlene Haras; sus hijos Terri Waits-Smith, Tom Waits, Cinthia Alen y Lisa Danner; sus nietos Loreal y Kalia Waits-Smith, Kellesimone, Casey y Sullivan Waits, Garrett y Jake Allen, Jennifer LeDuc y Brian Purdy y numerosos sobrinos y sobrinas. Se celebrará un funeral privado en Glen Abbey, Bonita.