jueves, junio 04, 2009

El verano en que drenaron el lago del parque MacArthur

Algunos fragmentos de la entrevista sobre los inicios de su carrera que Tom Waits concedió a la revista GQ y que apareció publicada en marzo de este año.

Para alguien que quería meterse en el mundo de la música, era la Tierra de Oz. Estaba haciendo autostop con mi guitarra y me recogió un tipo llamado Eden Ahbez. ¿Sabes quién es? Escribió una canción titulada Nature Boy. (canta) There was a boy / a very strange enchanted boy / and he travelled far, very far. Fue un gran éxito para Frank Sinatra y Nat King Cole y mucha otra gente. Iba en una vieja furgoneta Volkswagen. El pelo le llegaba por la cintura.

Eso me animó. De alguna manera me reafirmó; me cogió alguien que realmente staba en el negocio. Alguien que, dentro de mi cabeza, estaba realmente en el negocio. Que había escrito una canción que significaba algo. Así que aquello fue uno de esos momentos definitorios. 

Hacía audiciones en el Trobadour. Si acampabas a la puerta en la mañana del lunes a eso de las ocho y te quedabas allí hasta las seis, cuando abrían las puertas, te apuntaban para la sesión de micrófono abierto, y podías plantarte delante de un público profesional y tocar tres canciones. Lo hacía con mucha frecuencia. Era un buen negocio. Podías conocer a alguien que estuviese en el negocio, que podría llegar a hacer algo por ti. Esa era la idea.


GQ: Con qué tipo de gente hacías cola?
De todo tipo. Una familia mexicana al completo, una banda familiar, una familia completa de cantantes. Y también podía estar un tipo que tocaba la trompeta, que había hecho autostop desde San Francisco y había tomado LSD. Cómicos de la vieja escuela. Actrices. Había una atmósfera vodevilesca. Y el mismo Doug Weston (dueño del Troubadour) era un personaje en sí mismo. Media más de dos metros, y salía al escenario desnudo y recitaba La Canción de Amor de J. Alfred Prufrock, ya sabes, el poema de Eliot. Vi a Miles Davis en el Troubadour. Vi a Little Richard en el Whisky y a Muddy Waters en el Roxy.

Pero supongo que principalmente yo estaba allí por la vida que había por debajo de todo eso, ¿sabes? Era mucho más valiente en aquellos tiempos. Tenía un Cadillac del 54 que tenía problemas de seguridad continuamente. Hechaba una humareda, no estaba registrado, estaba siempre sucio. Tenía agujeros de bala en las ventanas. Me tenían que remolcar muchas veces. Todo era una gran aventura para mí. Podía ir a cualquier sitio.



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(El Tropicana) costaba nueve dólares la noche. Al final me mudé allí, cogí un apartamento en la parte trasera. Me quedé varios años.
Estaba siempre en la carretera, así que cuando volvía a casa simplemente parecía razonable quedarme en un hotel, porque era allí donde me alojaba el resto del tiempo. Se hizo bastante famoso como hotel para bandas, porque tenía un precio razonable y estaba en medio de todos los clubes. Prácticamente podías ir andando. Los Ramones solían alojarse en el Trop. Elvis Costello. Tim Hardin solía alojarse en el Tropicana. Muchas bandas distintas.
Pero en aquel tiempo no era realmente un hotel de músicos. Había sobre todo hombres de negocios del Medio Oeste. O vendedores de sombreros. O gente intentando hacerse un hueco en la industria de los libros infantiles. O prostitutas. O camellos. 

Estaba intentando tener una auténtica experiencia artística. Eso era lo que realmente quería. Tenía un piano en la cocina, y en aquel tiempo me pasaba toda la noche levantado y dormía la mitad del día.

¿Podías tocar el piano toda la noche?
Nadie me molestaba

Probablemente pasaban cosas peores por la noche…
Por Dios, sí.

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Probablemente debería haberme cambiado el nombre. Hubiera sido mucho más fácil para mí. Porque tienes que intentar averiguar qué es lo que hay de auténtico en ti y qué es lo que tienes que inventarte. A la mayor parte de la gente no le importa si les estás diciendo la verdad o les estás contando una mentira, siempre y cuando les entretengas. Eso lo descubres muy rápido. Puedes decirle a alguien que solías trabajar en el circo, o en un matadero, o que conducías el camión de los helados, o que trabajabas en el hipódromo. No le importa demasiado a nadie. Todo el mundo vende su historia. Inventada o real, eso no importa.

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Me acuerdo del verano cuando drenaron el lago del parque MacArthur. Encontraron innumerables restos de esqueletos, y armas de fuego, y vehículos. Espadas y cuchillos.

Phil Ochs había cambiado su nombre a John Train y llevaba una espada samurai y dormía en las vías del tren en Santa Monica Boulevard, en frente del Troubadour. 



1 comentario:

Diego dijo...

hola me paso a tu blog
esta muy padre
sigue asi
adios
suerte