Es un artículo de marzo de 2007, pero lo acabo de descubrir y pienso que merece la pena compartirlo. José de Segovia habla de Tom Waits y la religión en Protestante Digital.
Durante años Tom Waits fue el bardo borracho, que cantaba a las prostitutas, fugitivos, criminales y vagabundos. Ahora gracias a su mujer, lleva catorce años sin probar el alcohol, aunque a sus 56 años, sigue igual de atraído por el lado oscuro de la vida. Después de apenas haber grabado nada en los años noventa, sacó dos discos un mismo día del año 2002 y otro el 2004, a los que añade ahora treinta nuevas canciones en un triple álbum, que dedica a los Huérfanos de la miseria que deja el río de este mundo. Su voz ronca nos sigue hablando de tragedias y pecados, lejos de la gracia de un Dios que parece demasiado ocupado…
Aunque nació en una familia de maestros de clase media en Pomona (California) en 1949, el matrimonio se divorcia en 1960, después que su padre se marchara cuando tenía sólo diez años. Por eso “siempre estaba buscando un padre”, dice Waits. Fascinado por la literatura beat de autores como Ginsberg y Kerouac, comienza a escribir mientras trabajaba de cocinero y gorila en un club. Enamorado de la cantante Rickie Lee Jones, vive con ella una relación tormentosa desde 1977, compartiendo peleas, alcohol y demasiados momentos sórdidos, hasta conocer a la guionista Kathleen Brennan...
Esta chica de familia católica irlandesa, con la que se casa en 1980, fue el catalizador de su carrera musical, tras su irregular paso por el cine. Sus primeros discos habían sido recibidos como “ladridos de borracho”, pero Swordfishtrombones (1983) será su descubrimiento para la crítica, aunque todavía no para el gran público. Juntos escriben ahora todas las canciones. Uno de sus tres hijos toca ya la batería en su grupo y Waits ha empezado a vender ya muchos discos desde Real Gone (2004). Los anteriores fueron dos bandas sonoras de dos espectáculos teatrales basados en Alicia de Lewis Carroll y Woyzec de Buchner. A su excéntrica voz, se ha unido ahora la más increíble instrumentación, que abarca desde cañones de artillería a viejos cuernos.
SONIDOS INFERNALES
Si hubiera una música de fondo que acompañará los últimos tramos del túnel que lleva al Infierno, sería como estos ruidos inquietantes, que rechinan bajo la base de las percusiones siniestras que acompañan algunos temas de Tom Waits. Cantado por él, hasta el Heigh Ho de Blancanieves y los sietes enanitos de Orphans (2006), parece entonado por un grupo de esclavos infernales, al compás que marca un ogro golpeando con un martillo. Los demonios de hecho parecen llenar muchas de sus canciones, que nos hablan en ocasiones del propio diablo, pero también de Jesús, aunque no en la misma medida y desde luego no con igual poder…
Waits nunca ha hecho el menos esfuerzo para hacer sentimental sus historias. Son de una dureza tal y un ambiente tan oscuro, que su voz parece la de un monstruo viscoso, que se arrastra desde las cloacas, dispuesto a vomitar algo de esa terrible realidad que preferimos ignorar… Para muchos, todo esto es tan sucio, que no pueden aguantar un momento su desagradable voz… Las tragedias de las que nos habla, son sin embargo tan auténticas como la vida misma…
Una de las más famosas canciones que ha hecho sobre prostitutas es Christmas Card From A Hooker In Minneapolis. Toma la forma de una tarjeta de Navidad, que habla de la esperanza de una mujer que ha dejado la bebida y ha encontrado un hombre que ama al hijo que está esperando, aunque no sea él su padre. Todo parece tan idílico como el Noche de Paz, con el que suele comenzar esta canción en directo, cuando de repente el último verso nos enfrenta a una realidad muy diferente. La mujer admite que este hombre no existe y necesita dinero para pagar un abogado que la saque de la cárcel. El final de sus historias suele ser así de una crueldad tal, que resulta insoportable…
Pero si Waits nos resulta incómodo es porque nos recuerda la condición humana. En un mundo en que cualquier intento de culpabilizarnos se ve como una falta de objetividad, su música nos enfrenta a la realidad del corazón del hombre: “Engañoso más que todas las cosas”, como dice Jeremías, tan “perverso”, que “¿quién lo conocerá?” (17:9)… Muchos han intentado ignorar el diagnóstico bíblico, pensando que si las circunstancias cambiaran, el hombre sería mejor… Sus esfuerzos son sin embargo tan patéticos, como esa religiosidad que piensa lo mejor de la humanidad, aunque las evidencias digan lo contrario...
DESTELLOS DE GRACIA
La periodista Terry Gross entrevistó al cantante en un largo programa de radio en Filadelfia. Ella no es aficionada a su música, pero ha investigado bastante su vida, por lo que le hace buenas preguntas. Una de ellas hace referencia a una historia, que cuenta también Cath Carroll al principio de su biografía. Le pregunta cuál es la experiencia más extraña que ha tenido haciendo auto-stop. Dice que fue una Nochevieja enfrente de una iglesia pentecostal. Estuvieron atascados en un pueblo horas y horas, cuando se hizo cada vez más oscuro y hacía cada vez más frío. Una señora salió de la iglesia y les invitó a entrar dentro. Sentados en el último banco, escucharon como cantaban con una pandereta, una guitarra eléctrica y una batería, antes de ponerse a hablar en lenguas. Luego pasaron una ofrenda y para su sorpresa, les dieron algo de dinero, para pagar el hotel y la comida…
En el libro sin embargo Waits dice que esa señora llamada Anderson, le señaló con el dedo cuando estaban en la iglesia, cada vez que hablaba de la obra del diablo. Esto le hizo sentirse mal, dándole la inspiración para escribir la canción Down, Down, Down de su disco Sworfishtrombones (1983). Una versión algo distinta de la misma historia, que nos muestra la complejidad de Tom Waits. Ese lado desconocido le extraña también a la periodista, cuando le comenta la canción que escribió para Johnny Cash al final de su vida, Down There By The Train:
Cash desea sin embargo en esta canción que sean “lavados todos tu pecados”. ¿Cómo es esto posible? En uno de los temas que Waits escribió para el veterano grupo de gospel, The Blind Boys of Alabama, su personaje se confiesa como un borracho que sabe que Jesús va a venir pronto. Su confianza es que Dios se acuerde de su fragilidad, ya que al fin y al cabo está hecho de polvo.
En Abajo en el agujero, Waits comienza su canción en el Paraíso, donde advierte del poder del diablo. Sus personajes aparecen sin embargo siempre vencidos, aunque quisieran como el vagabundo de la composición de Gavin Bryars, que “la sangre de Jesús nunca le fallará”. El cantante añadió su voz a la grabación de este hombre sin casa, que canta un himno, refugiado en la cruz de Cristo. En su voz patética es como si se sintiera el frío de la calle, cubierto con un periódico… Sí aún así se puede vivir confiado, es que Dios no puede estar tan lejos…
José de Segovia Barrón es periodista, teólogo y pastor en Madrid
© J. de Segovia. ProtestanteDigital.com (España, 2007).
7 comentarios:
Fantástica entrada.
Feliz Navidad
Amén.
Griffin
Felices fiestas y salud.
Gran entrada, sí señor...
Jamás imaginé a un teólogo escribir sobre el viejo Tom...
;-)))
Feliz año a todos.
Interesante, entrada. I
Pregunto.
¿En los conciertos en vivo hace BIG JOE Y FANTASMA 309.?
¿Desde cuando no lo hace habitualmente, si es así?
Saludos
felices fiestas y feliz 2009 a todos!
a mí me ha gustado mucho este artículo. las referencias religiosas en la obra de tom waits es un tema casi inacabable. estaría bien que algún día hablase abiertamente de ello...
silvio, no te lo sabría decir con total seguridad, pero yo diría que esa canción no la toca desde los años 70...
saludos a todos!
Muy buen tema para un teólogo hablar de la obra de Tom Waits, pero estoy muy de acuerdo con Bitx, es un tema muy extenso, que, aunque fue muy bien abordado, cada unod e nosotros, al escucharlo, podríamos sacar un buen ensayo acerca de lo que nos transmite su amgüedad entre el malditismo y lo divino.
Muchas gracias por este gran artículo.
-dayANNa-
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