SETLIST
Cortapegado del nunca lo suficientemente alabado Eyeball Kid
Lucinda/Ain't goin' down to the well no more
Way Down in the Hole
Falling Down
Chocolate Jesus
All the World is Green
Hold On
Cemetary Polka
Dirt in the Ground
Black Market Baby
Lie To Me
Misery is the River of the World
On the Nickel
Johnsburg Ill.
Tango Til' They're Sore
Innocent When You Dream
Hoist that Rag
Make it Rain
Cold Cold Ground
November
Jesus Gonna be Here
Singapore
Trampled Rose
Eyeball Kid
Anywhere I Lay My Head
Los amigos de Noticias de Gipuzkoa:
El prodigioso akelarre de Tom Waits
Arranca en Europa la gira 'Glitter an Doom'
El expresivo Tom Waits, en una imagen captada en los primeros instantes del concierto que anoche protagonizó en el Kursaal donostiarra.Foto: r. plaza
¿RECUERDAN el amargo diálogo final de Esperando a Godot ? Vladimir preguntaba: "¿Nos vamos?" A lo que Estragón respondía: "Sí, vámonos". El autor de la obra, Samuel Beckett, cerraba el libro con una última acotación: "No se mueven".
Pues bien. Otra lacerante y larga espera, la de Tom Waits, concluyó ayer en la capital guipuzcoana con un final más feliz que el de Godot, que jamás apareció. Sobre las 21.30 horas, el artista californiano -cuyo parecido con Beckett, por cierto, es asombroso- saltó a la arena del Kursaal y desató la taquicardia entre las 1.800 almas que le aguardaban con inusitada expectación. En 35 años de carrera, Waits nunca había pisado un escenario español, y que haya elegido Donostia como la primera ciudad del Estado que visita es un hecho que debe ser considerado como histórico. De ahí el nerviosismo que podía percibirse en el recinto.
Cobijado bajo uno de esos sombreros que son para él lo que la pipa para Sherlock Holmes, Waits irrumpió en el escenario con la banda que le acompaña en esta gira bautizada como Glitter and Doom -algo así como "brillante y tenebrosa" o "brillante y maldita"-. Patrick Warren (teclados), Omar Torrez (guitarras), Vincent Henry (vientos), Seth Ford-Young (bajo) y su hijo Casey Waits (batería y percusiones) pusieron su artillería sonora al servicio del infernal akelarre del viejo de Pomona.
repertorio más reciente
"Aullar y tocar"
Habían prometido "aullar" y tocar mambos y rumbas. Y eso es precisamente lo que hicieron. En el primer tramo del concierto sonaron canciones como Lucinda -que fue la primera-, Way down in the hole , Falling down , Hold on y una incendiaria Lie to me . Posteriormente, solo al piano, Waits interpretó varias piezas, para acabar con una escalofriante Innocent when you dream , que incluso hizo caer la lágrima de más de uno.
El grueso del repertorio lo centraron los temas de sus últimos álbumes -Mule Variations , Blood Money , Real Gone , Orphans -, y ello provocó que algunos espectadores lamentaran el olvido de trabajos de juventud tan brillantes como Closing Time , Small Change o Heartattack and Vine .
Terminado el concierto, sin embargo, todos coincidieron en calificar la actuación de prodigiosa y en señalar que, sin duda, protagonizar la obra Esperando a Waits había merecido la pena.
La Vanguardia
El carisma de Tom Waits seduce a San Sebastián en su primer directo en España
El cantante californiano ha ofrecido esta noche en el Kursaal un formidable aperitivo del doble concierto que hará lunes y martes en Barcelona
San Sebastián.(EFE).- A Tom Waits siempre le han perseguido los adjetivos más extremos, que han alimentado además su carisma de músico de culto, y lo que hoy ha hecho en San Sebastián va a seguir engordando esa leyenda de «outsider» que se resiste a encasillamientos y que ha dejado a todo el mundo con ganas de más.
El cantante californiano ha ofrecido esta noche en el Kursaal un formidable concierto, el primero de su carrera en España y el primero también de su gira «Glitter and Doom» en Europa, que le llevará el lunes y el martes a Barcelona, y después a Milán, Praga, París, Edimburgo y Dublín.Quienes han llenado esta noche el auditorio donostiarra no iban a la aventura, era una gran mayoría de seguidores devotos que conocía sobradamente la trayectoria de Waits, pero una cosa es saber y otra vivir a unos pocos metros el «show» de este gran contador de historias, casi indefinible sobre el escenario, donde ha logrado que convivan la fuerza, el reposo, el humor y la poesía.
Lo ha hecho en dos horas largas y 24 canciones, tocado con su inseparable sombrero, en un repaso a buena parte de su discografía y con un resultado impactante, cómplice con el público y realmente hermoso muchas veces.
Sus seguidores lo han recibido puesto en pie, lo han aclamado repetidamente y lo han seguido, se han dejado llevar por un gran músico que parece saber muy bien lo que quiere la audiencia, a la que se ha entregado como es, manierista y excéntrico, y con mucha alma de «clown».
Una plataforma circular de unos pocos metros le ha bastado al compositor estadounidense para moverse sobre el escenario, que sólo ha abandonado para interpretar tres temas al piano, entre ellos, «Innocent when you dream», con el que el público le ha acompañado en el estribillo y con el que ha conseguido uno de los momentos más bellos de la noche.
Como un viejo predicador, vestido con chaqueta y chaleco gris y unas botas que bien podrían haber trillado decenas de kilómetros, Waits no ha necesitado apenas dar un paso. Girando sobre sí mismo, encorvándose y jugando a volar con los brazos ha dominado su pequeño teatro.
Si en algo ha respetado la ortodoxia ha sido en el programa, pues ha mantenido el esquema de su «Glitter and Doom» americana, en la que ha dejado hueco a buena parte de sus grabaciones, pero dando un mayor peso a álbumes como «Mule Variations», del que no han faltado «Hold on» y «Black market baby», y «Real Gone», del que ha interpretado unas estupendas «Hoist that rag» y «Make in rain».
«Cold cold ground», «November», «Falling down», «All the world is green» y «Cemetery polka» son otras de los temas que se han escuchado en esta cita, histórica sin duda alguna para sus fieles, en la que se ha pertrechado del megáfono para cantar «Chocolate Jesus».
Quizá su voz áspera haya sonado menos a la del ogro que se va a comer al niño del cuento, pero la esencia Waits ha permanecido de principio a fin en este concierto del estreno español, que ha concluido con «Anywhere I lay my head», de su disco «Rain dogs».
Antes de ese tercer bis había cantado «Trampled rose» y «Eyeball kid», donde el ojo del chico se convirtió en una pelota-boomerang disparada en cualquier dirección, todo un número circense para adornar un final que nadie deseaba que llegase.
A Waits, con 58 años, la época de clubes y garitos nocturnos se le acabó hace tiempo. Ahora tiene mujer e hijos y uno de ellos, Casey, le acompaña en esta gira a la percusión, pero seguro que más de uno habrá abandonado esta noche el Kursaal con cierta sensación de que la ropa le olía algo a tabaco.
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Borja Hermoso en El País
Nunca nadie aulló así
Tom Waits fascina en San Sebastián en el comienzo de su gira europea
Tom Waits en San Sebastián ya es nostalgia. Se fue a la medianoche en punto, a la hora en que las brujas y los trasgos respetables se retiran a sus aposentos, donde no es descartable que les aguarde un buen bourbon. En la tierra fría, fría, como él mismo cantó ayer desde debajo de su bombín negro de deshollinador a tiempo parcial. Rugiendo, maullando y aullando adioses confusos de difícil o imposible descripción.
Se llevó las almas del público, almas borrachas de 'blues', de rock, de 'soul'...
Fue uno de esos raros conciertos con el marchamo de inolvidables
El cantante lleva una banda extraordinaria, y eso no admite un pero
Horas después, la bandera negra del trovador truculento seguía ondeando en los mástiles del Kursaal sobre las cabezas de 1.800 pobres diablos. Días después, semanas, meses, quién sabe si años y hasta lustros que ya serán recuerdo, los efluvios del desconcierto permanecerán incrustados en los tímpanos y en las retinas de todos nosotros, pobres reos de nocturnidad, incautos rehenes temporales del bardo de Pomona, California, planeta mundo, según se mira, a mano izquierda de la fascinación y el embeleso, en la tierra fría, fría.
En San Sebastián, ayer por la noche, como quien se autoinmola a lo bonzo para dar cuenta de una inquebrantable confianza en su propia apuesta, Tom Waits se llevó las almas del público, almas borrachas de blues, de rock, de soul, de carnaval y de circo, aulló pasiones y lamentos como nadie nunca había aullado, se quedó con la chica, con las chicas, pese a exhibir una de las jetas más inexplicables de la historia de la fisicidad humana -un cruce temible entre Lee Marvin y el hermano Salvatore, el monje políglota y demoniaco de El nombre de la rosa- y ejerció de lo que sabe: una factoría de ruidos y melancolías.
Después de haberse pegado una semana de vacaciones familiares y gastronómicas en las calles y tascas de San Sebastián y Pamplona (Arzak, Akelarre, Rekondo, Sanfermines y hasta una peluquería en la que soltó al peluquero: "¡Hola, quiero un corte a lo Tom Waits!"), el creador de himnos de azufre como Cold Cold Ground (desoladora su versión de ayer por la noche en San Sebastián) o Innocent when you dream (divertida, áspera y bromista en el Kursaal) protagonizó uno de esos raros conciertos marcados con el marchamo de lo inolvidable. Dos horas de música, poesía, mímica, vodevil, contorsionismo, procacidad, susurro, rugido, cariño, sorpresa, siempre la sorpresa, siempre, ayer -durante dos largas pero tan cortas horas- la dulce y escasa dictadura de lo imprevisible.
Falling down... y todo recobra otro sentido ahí, hundido / abrumado en tu butaca viendo venir la noche, oyendo rugir al monstruo. Y da igual que el malditismo militante ocupe los ínfimos tiempos muertos, y da igual que ese señor californiano y feo que ruge y brama recitados y chistes dé la sensación a veces de estar quedándose con el personal, que, por cierto, traga con todo, incluso con el desembolso de 133 euracos de vellón, con la que está cayendo aquí y en Bujumbura.
"Tengo una banda estelar, todos tocan con la precisión de un coche de carreras", le gusta decir a Tom Waits, y nada se le puede objetar visto lo visto, oído lo oído ayer: Larry Taylor en el bajo, Patrick Warren en los teclados, Omar Torrez a la guitarra, Vincent Henry en los vientos (increíbles sus solos soplando dos saxos al tiempo) y su hijo Casey Waits a bordo de la batería arroparon inconmensurablemente al padre de Swordfishtrombones en el arranque de su gira europea.
Hay que establecer, tras lo de ayer en el atestado Kursaal donostiarra, dos evidencias tan irremediables como que todo tiene principio y fin y como que al igual que nacemos, morimos: una, Tom Waits (60 tacos el año que viene) es un animal escénico de primer orden, no diremos que a la altura de su adorado Marcel Marceau, pero eso sí, con lujo de estruendos; dos, Tom Waits lleva una banda extraordinaria, y eso no admite un pero.
Él mismo se unió a la kermesse instrumental tocando por tiempos la guitarra, el piano y las maracas, desafinando (pero con estilo) desde un enorme megáfono y hasta dando pataditas chulescas a unos aparatitos ignotos e indescifrables que estaban en el suelo, justo delante de sus pies, y que hacían cling cling cling, una bobada como otra cualquiera, pero que de repente te transportaba a la antesala de cualquier viejo circo de los arrabales. Sabe mucho Tom Waits del sonido triste de los circos, mientras al fondo pasan trenes que van exactamente a ningún sitio.
Hizo mucho caso a uno de sus grandes discos, Blood money, al que en ocasiones le puso, de forma sorprendente una vez más, el rasgueo vibrante de una guitarra española en las manos de Omar Torrez. Siempre, otra vez, a la contra, siempre dispuesto a dar la batalla de la sorpresa.
La no-relación de Tom Waits con un país llamado España ya es pasado. Ayer estuvo en San Sebastián. El lunes y el martes estará en Barcelona. Algún día, algún abuelo, en algún lugar, dirá a sus nietecitos: "Yo le vi".
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Agencia EFETom Waits, el genio ronco capaz de hipnotizar a todo un país
El Kursaal de San Sebastián fue testigo del primer concierto en España del músico
El singular cantante, compositor de los bajos fondos, abrió además con su concierto en San Sebastián la gira europea de Glitter and Doom, que le llevará a Barcelona los días 14 y 15 y después a Milán, Praga, París, Edimburgo y Dublín.
En su actuación sonó Way down in the hole, además de Lucinda, que fue la elegida para abrir un concierto donde no faltaron algunos clásicos de sus álbumes Rain dogs, Bone machine, Mule variations y Real Gone, considerados por muchos como los mejores del genio californiano.
Hace ya varios años que Waits atraviesa una segunda juventud, sobre todo después del lanzamiento de Real Gone (2004), su último disco de estudio, o el triple CD de rarezas Orphans (2006), con el que ha vuelto a estar en la boca de todos. Él, que parece plantar cara al paso de los años, regaló una noche de música inolvidable. Fueron himnos para borrachos impregnados de música popular americana y de blues, dos estilos por los que sigue caminando el cantante de voz áspera que tantos palos ha tocado, siempre de una forma personalísima y cada vez más experimental.
Si en la última década Waits ha huido prácticamente del directo y sólo se ha prodigado por aforos reducidos, para Glitter and Doom ha elegido teatros y auditorios, todo un privilegio para las casi 1.800 personas que le vieron en San Sebastián y las 6.200 que lo harán después en Barcelona.
En la gira, que comenzó el pasado 17 de junio en Phoenix, Waits va acompañado por sus músicos habituales: el bajista Larry Taylor, la guitarra de Omar Torrez, Patrick Warren a los teclados y Casey Waits en la percusión. De ellos ha llegado a afirmar que "tocan con la precisión de un coche de carreras" y que todos ellos son "verdaderos prestidigitadores", ya que hace canciones con ellos que nunca se atrevería a tocar sin su presencia. "Multi-instrumentistas que incluso bailan la polka como hombres de verdad", ha comentado en varias ocasiones.
Si lo de anoche fue un triunfo por goleada, Barcelona espera ya ansiosa el doblete de Tom Waits.
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Javier Pérez de Albéniz en Soitu.es
El resto es silencio
SAN SEBASTIÁN.- Eran las 21:54 del sábado 12 de julio de 2008. A esa hora, ese día, Tom Waits pisó por primera vez un escenario español, el del Kursaal donostiarra. Tenía un gran foco de luz blanca sobre la cabeza y un desierto bajo los pies. Se ajustó el sombrero, golpeó el suelo con sus pesadas botas negras, levantó una polvareda y puso en marcha el teatro de su vida. Dos horas de ruidos, silencios y canciones. El hombre con el hígado jodido y el corazón roto ofreció un concierto, el primero de su gira europea ("Glitter and Doom"), intenso, teatral, sorprendente y en ocasiones deslumbrante.
San Sebastián pudo ver un iluminado Tom Waits.
Waits presentaba un aspecto excelente: el cuerpo de un espantapájaros, con las articulaciones descoyuntadas, el traje arrugado y una lija en la garganta. Perfecto para arrastrar por todos los rincones del planeta sus canciones sobre perros mojados, bebedores de whisky en tazas de té y chicas que sólo son inocentes cuando sueñan. Desde 'Cold Cold Ground' a 'Hold On' pasando por 'On the Nickel'. Canciones que disfrutaron de un sonido perfecto desde el primer minuto de concierto, algo nada habitual. Como no lo es la solvencia y discreción de unos músicos vestidos de riguroso negro: guitarra, teclados, contrabajo, saxos y batería (con la colaboración especial de otro de los hijos de Waits, además del batería, al clarinete y percusiones).
A lo largo de dos horas, con la sala repleta, el californiano dio un repaso a su carrera, teniendo tiempo para sentarse al piano, tocar la guitarra eléctrica y acústica, filtrar su voz por un megáfono y jugar a la pelota con uno de sus ojos, en una broma rítmicamente siniestra. La banda sonora perfecta para una película de Tim Burton. Música de burdeles, de desguace de autobuses, de pensiones con chinches, de piano bar, de fábrica de alambre de espinos, de circo ambulante. Los sonidos del mundo y algunas cosas más en un escenario sencillo pero eficaz, en el que unos grandes focos laterales creaban tonalidades de diferentes colores. Naranja, rojo, blanco, dorado... Una puesta en escena brillante para unas canciones que no atienden a reglas, que se elevan sobre si mismas desde la voz irrepetible de un genio. Una alternativa inteligente a la monotonía, puede que la verdadera música.
En San Sebastián estuvo el Tom Waits de 'Rain Dogs' y 'Swordfishtrombones', el cantante de cabaret que ejerce de mimo, el actor que trata de pisar su propia sombra, el eslabón perdido entre Jack Kerouak y Joe Ramone. Toneladas de talento en un dios zarrapastroso que odia la televisión, que se niega a que utilicen sus canciones en publicidad y que jamás ha estrenado zapatos. Ajeno a las urgencias de la música actual, cubierto de purpurina, sudor y polvo, Waits bajó el telón a medianoche. Es un espíritu libre que, como Hamlet, cree que "el resto es silencio".
Informativos Telecinco:
El primer concierto de Tom Waits en España alimenta su leyenda de músico de culto
El cantante californiano Tom Waits ha ofrecido un formidable concierto, el primero de su carrera en España y el primero también de su gira "Glitter and Doom" en Europa. Durante dos horas largas y 24 canciones sus fans han podido disfrutar de este artista en el Kursaal de San Sebastián.
A Tom Waits siempre le han perseguido los adjetivos más extremos, que han alimentado además su carisma de músico de culto. Su concierto en San Sebastián es un ejemplo más de la leyenda de "outsider" que se resiste a encasillamientos.
Los asistentes eran en una gran mayoría seguidores devotos que conocían sobradamente la trayectoria de Waits. Por eso han disfrutado con este gran contador de historias, casi indefinible, que ha logrado que convivan en el escenario la fuerza, el reposo, el humor y la poesía.
Tocado con su inseparable sombrero, ha hecho un repaso a buena parte de su discografía. Una plataforma circular de unos pocos metros le ha bastado al compositor estadounidense para moverse sobre el escenario, que sólo ha abandonado para interpretar tres temas al piano, entre ellos, "Innocent when you dream”.
Como un viejo predicador, vestido con chaqueta y chaleco ha dominado su pequeño teatro. Si en algo ha respetado la ortodoxia ha sido en el programa, pues ha mantenido el esquema de su "Glitter and Doom" americana, en la que ha dejado hueco a buena parte de sus grabaciones, pero dando un mayor peso a álbumes como "Mule Variations", del que no han faltado "Hold on" y "Black market baby", y "Real Gone", del que ha interpretado unas estupendas "Hoist that rag" y "Make in rain".
"Cold cold ground", "November", "Falling down", "All the world is green" y "Cemetery polka" son otras de los temas que se han escuchado en esta cita, histórica sin duda alguna para sus fieles, en la que se ha pertrechado del megáfono para cantar "Chocolate Jesus". Tres bises pusieron fin al concierto de un Waits que, con 58 años, puso hace tiempo fin a la época de clubes y garitos nocturnos. Pero seguro que más de uno habrá abandonado el Kursaal con cierta sensación de que la ropa le olía algo a tabaco.Diario Gara
El corazón nos hizo «crack» con el exquisito Tom Waits
Artista de culto, la exclusiva visita de tom waits a Donostia a suscitado un expectación inusitada y la tensión del inicio del concierto, explotó en una apoteosis final, ayer noche en el Kursaal.
Anartz BILBAO
El cuco tiene fama de ser caro de ver, pero se escucha con asiduidad en nuestros bosques y la creencia popular dice que conviene tener el «bolsillo caliente» la primera vez que se le oye en cada temporada, para vivir monetariamente holgado. Ayer, en plena crisis económica, fuimos apenas dos mil almas trastornadas las afortunadas de ver y escuchar, como «aristócratas de la música popular», al «cuco» Tom Waits, quien inició gira europea en Donostia vaciando, de paso, los bolsillos de los que creemos en el poder curativo de la música, y en que directos como el del californiano son capaces de mejorar -al menos por dos horas- nuestras vidas. Quizas por todo ello, por la particularidad del genial Waits, por la locura económica realizada o por que, convertido en acontecimiento social ineludible, para muchos aficionados era importante no faltar, la audiencia se presentaba expectante e incluso exultante media hora antes de que el de Pomona saliera -tras un retraso de media hora-, a escena. Entre el público, muchas caras conocidas e implicadas, de alguna manera o de otra, en el ambiente -o negocio- musical, además de artistas de muy diverso pelaje y algún que otro despistado que se acercó desde Sanfermines, según demostraba el atuendo rojiblanco de más de un asistente. En definitiva, nadie se quería perder la visita de un artista de culto que no se prodiga en esceso en escena.
Tom Waits, nacido en Pomona, California, en 1949, iniciaba en Donostia la gira «Glitter & Doom», tras editar en 2006 el triple trabajo «Orphans». Una gira con apenas una docena de fechas en Estados Unidos y quince en Europa, en apenas siete ciudades.
La noche se presentaba incierta, porque cuando, tras años y años de reposo, abres la botella de vino que reposaba en el rincón más recóndito de tu bodega, y has pagado muy muy bien por ella, es tan probable que el resultado sea soberbio como que salga picado. Además, el artista norteamericano jugaba ambiguo en el cartel de la gira, pudiendo ser un mago capaz de encantarnos con su polvo de oro, como un enojado homeless con intención de arrojarnos polvo a los ojos.
Apoteósico, desde el inicio
La incertidumbre, sin embargo, se disipó en cuanto, en medio de una atronadora ovación, el interprete saltó gesticulante a escena. Con traje oscuro y bombin, encaramado a una tarima en medio del escenario y bien arropado por su banda, compuesta por cinco elegantes y versátiles músicos, Tom Waits demostró ser un animal de escena, con el poder hipnótico de sus desgarradoramente bellas composiciones.
Envuelto en una polvareda que levantaba al zapatear el tablado, Tom Waits voló gesticulante en el Kursaal y enardeció a la audiencia desde que rompió el silencio, siendo más de una, aquí y alla, las personas que no pudieron aguantar sentadas y se pusieron a bailar en cuanto sonó el primer acorde de un concierto memorable que nunca, nunca olvidaremos.
En medio del éxtasis final, nos sumergimos en la fresca y húmeda noche de la ciudad extasiados por haber visto a un verdadero genio de la música popular. Nadie se acuerda ya, y dificilmente se arrepiente, de haber pagado tanto por otro tanto. Sin duda el estadounidense es un artista único e irrepetible, pero nos preguntamos si aún puede quedar algún otro Tom Waits, tocando solitario el acordeón, en las callejuelas de Kinsasa, Varsovia o Nueva Delhi.
18 comentarios:
¡Enhorabuena! Menudo trabajo exhaustivo de recopilación, Bitxuverinosa. Eso sí, echo a faltar tu opinión porque ¿Estuviste allí, no?
Yo sí. Noche mágica. Todavía ando flotando y mañana mismo publicaré mi reseñita correspondiente en el blog si logro ordenar mis ideas.
Un abrazo
te he robado para mi blog un fragmento de entrevista que publicaste hace tiempo.
espero no te importe.
Hola,
la semana que viene voy a ver a Tom Waits a París, ya me he visto unos cuantos conciertos a lo largo de mi vida pero ninguno se puede comparar a este,
cuento los minutos
agradecería que alguien explicara como fue la historia de la recogida de las entradas con el email y demás
no querría tener sopresas de última hora, sobre todo teniendo en cuento que no sé decir en francés ni croasán,
gracias
Genial, los que no lo hemos podido disfrutar en directo, agradecemos tanta información.
Buenasss
No puedo escribir yo misma una crónica porque es que no tengo tiempo
Ayer la primera noche en Barcelona fue estupenda, pero yo todavía estoy intentando asimilar lo de San Sebastián. Aquello no fue normal. Un repertorio impecable, un show teatrero y divertidísimo… en San Sebastián salió a epatar, y encima se encontró con un público espectacular que aplaudía cualquier canción como si estuviese pidiendo los bises, que sabía callarse cuando tocaba, que se estaba quieto en el asiento…
Anoche en Barcelona hizo un concierto mucho más parecido a los de la gira de Real Gone, mucho más sobrio y con muchas lentas y medios tiempos (Lucky Day, Other side of the road (¡), Sins of my father…)
Es un privilegio ser contemporáneo de una bestia como Waits y poderlo ver en plenas facultades.
Y está siendo un gustazo conocerles a todos ustedes :D
estuve en san sebastian.
es esa sensacion de saber que te han tomado el pelo pero no querer reconocerlo por lo caro que me ha salido... una especie de orgullo, tonteria y esnobismo me hacia pensar que me gustaba tom waits.
pero no.
me gusta su primera epoca de los primeros albumes. lo de despues es mierda, de un personaje trasnochado y bien asesorado para estirar el filon del mito al maximo... hasta los cientoypico euros de entrada que pagamos todos.
un robo, y el empeño de un viejo en seguir vendiendo ruido. un ruido muy caro.
por cierto que en un intento de cantar un agudo y no poder, corto directamente la cancion y se puso con otra.
estoy seguro que si sabina va por primera vez a tocar a paraguay, se toca calle melancolia y las clasicas... pero tom no lo hizo, como si hubiese venido aqui todos los años a girar cada album nuevo...
en fin , menudo fiasco y a mi se me ha desmitificado ese personaje y se me ha quitado la tonteria. gracias tom.
Hey Waiting, siento que al final no puedas venir.
Yo con la crítica esta estoy bastante de acuerdo en muchas cosas. Anoche falló la conexión con el público. Es posible que en parte fuese porque el auditorio del forum NO es un sitio adecuado para un concierto de Tom Waits. Sigo diciendo que es imperdonable que estos conciertos no se hiciesen en el Palau, el Liceu o hasta el Auditori, porque es que el auditorio del forum es un p*** centro de convenciones. También es posible que en parte fuese porque había demasiada gente que estaba porque había que estar y no sabía muy bien lo que iba a ver? No sé, no sé…
Porque después está lo de que si cambia las canciones, que si canta raro, que si no ha tocado la que a mi me gusta… Ciertamente el de anoche no fue el repertorio más agradecido. Pero francamente, esperar que porque tom waits no ha tocado nunca en España vaya a venir aquí a hacer un grandes éxitos en plan verbena con versiones calcadas a cómo suenan en el disco…
Lo digo con una sonrisa de oreja a oreja y de super ultra mega buen rollo, pero estas quejas me suenan a que alguien ha pagado 125 eurazos sin saber dónde se estaba metiendo. Porque esto es lo que hay y SIEMPRE ha sido así. A Waits se sabe que vas a verlo pero no sabes exactamente lo que te vas a encontrar, más allá de que va a ser un show impecable y, por qué no decirlo, muy profesional.
El resultado final puede gustar más o menos, pero ¿quejarse de que cambia el ritmo de las canciones? Coño, es que para eso le pago! El disco ya lo tengo casa.
Hey Waiting, siento que al final no puedas venir.
Yo con la crítica esta estoy bastante de acuerdo en muchas cosas. Anoche falló la conexión con el público. Es posible que en parte fuese porque el auditorio del forum NO es un sitio adecuado para un concierto de Tom Waits. Sigo diciendo que es imperdonable que estos conciertos no se hiciesen en el Palau, el Liceu o hasta el Auditori, porque es que el auditorio del forum es un p*** centro de convenciones. También es posible que en parte fuese porque había demasiada gente que estaba porque había que estar y no sabía muy bien lo que iba a ver? No sé, no sé…
Porque después está lo de que si cambia las canciones, que si canta raro, que si no ha tocado la que a mi me gusta… Ciertamente el de anoche no fue el repertorio más agradecido. Pero francamente, esperar que porque tom waits no ha tocado nunca en España vaya a venir aquí a hacer un grandes éxitos en plan verbena con versiones calcadas a cómo suenan en el disco…
Lo digo con una sonrisa de oreja a oreja y de super ultra mega buen rollo, pero estas quejas me suenan a que alguien ha pagado 125 eurazos sin saber dónde se estaba metiendo. Porque esto es lo que hay y SIEMPRE ha sido así. A Waits se sabe que vas a verlo pero no sabes exactamente lo que te vas a encontrar, más allá de que va a ser un show impecable y, por qué no decirlo, muy profesional.
El resultado final puede gustar más o menos, pero ¿quejarse de que cambia el ritmo de las canciones? Coño, es que para eso le pago! El disco ya lo tengo casa.
Yo fui cómplice del concierto de Donosti. Lo recordaré el resto de mi vida. Inconmensurable!! No tengo palabras para describir tanta emoción. Quizás alguien pensó en encontrarse al Tom Waits de hace 20 años, y se encontró al de ahora mismo, el de hoy, mañana ya veremos.
november
Hubiera sido bonito que saliera una segunda vez a escena para terminar con alguna balada al piano (aunque fueran baladas recientes, una vez asumido que los 70 para él quedan muy muy lejos)
Por cierto, nuestro festival mallorquín WFW ya tiene web (y si no me equivoco el póster diseñado por Max ya está en manos de Waits):
www.waitingforwaits.com
A mí el concierto de Donsoti me pareció brillante, sublime, irrepetible.
Me encantó el repertorio porque es cierto que aunque se dejara algunas en el tintero, tocó muchos otros temas que adoro. Si hubiera tocado los que quería que tocara, se habría dejado en el camino los que tocó, que también quería escucharlos... Perdonad tanto trabalenguas, pero es que el tipo tiene un repertorio a prueba de balas, y toque lo que toque, acierta. Yo, particularmente, prefiero mil veces más que toque canciones de los últimos 25 años.
Y coincido con Bitxu. ¿Para qué cojones quieres escucharlas como en el disco? Te lo pones en casa y punto. Bien distinto es la forma de proceder del Maestro Dylan, que cuesta un huevo saber qué demonios está tocando.
Waits reinterpretó sus éxitos de forma muy sutil: eran perfectamente reconocibles pero no idénticos a sus grabaciones.
Genial.
Bitxu. Cuántanos qué tal la segunda noche de Barna en cuanto puedas e intenta disfrutarla.
Me sorprende que el público donostiarra -nos suelen apodar 'ñoñostiarras' por nuestra fama de ñoños y sosos- estuviera más implicado que el de Cataluña. Pero espero que esta noche ofrezca un muy buen espectáculo.
Felicidades por la web, Tomeu. Eres un crack...
yo solo lamento no poder ir esta noche... cuento las que no tocó ayer y me salen tantas viejas y nuevas canciones que se quedaron, junto con el megáfono, para otra ocasión.
¿alguien pensó en el dinero?
entonces no debería haber ido... y si alguien lo sigue pensando hoy. le compro la entrada.
Waits estuvo soberbio, no así la organización, el lugar, y, en algún que otro aspecto, la banda... nose, en algunos temas pareció faltarle esa tan comentada precisión.
Ah, si... también me pareció notar esa falta de comunión...
Pero todo esto es una opinión, claro. Además, no empaña un gran concierto repleto de sorpresas y bellos momentos... el más mágico, ese final con todo el mundo escuchando atentamente la emotiva The Day After Tomorrow.
Y si, podría haber terminado con un clásico... pero... ¿para qué?
Pd: Mis disculpas por la ausencia de copetín postconciertil, pero salí en una nube y tarde mucho en reaccionar... solo sé que caminaba y hablaba y pensaba y maldecía no tener entrada para hoy...
"902101212. Pi, pi, pi, pi. Teleentrada de la Caixa. Le recordamos
que una vez realizada la compra de entradas no se aceptarán.".
Pobre amigo Alber. Fueron 104 llamadas desde el teléfono de casa y vaya
usted a saber cuántas desde el curro, pero la llave que conducía a la
voz cavernosa de Tom Waits ya ardía en nuestros bolsillos.
Se palpaba en el ambiente la ansiedad, ese tic parkinsoniano que
procedía de la larga ansiedad. En los bares próximos se veían muchos,
pero muchos, pero que muchos kilómetros y años de espera. Un pirao
escocés iba vendiendo un pequeño libro que había escrito contando sus
peripecias para acceder a alguno de los conciertos europeos del viejo
Tom. Otros se habían cortado el pelo al estilo de este hombre tan
inclasificable como inconfundible. Algunos músicos, Coque Malla o
Quique González, se mezclaban con la peña identificándose con la
cofradía admiradora. Y hablando de cofradía, también cerca de la
barra aparece Manuel, el ubicuo melómano de Gijón, que ha vuelto a
liar a su mujer tras los conciertos astrales de Castellón. Alber y
Manuel se ponen enseguida a medir quién la tiene más grande (la
colección de boots, digo).
La espera duraba desde finales de los setenta, pero quizá los
veitintantos minutos que pasaron desde las nueve y media parecían los
más duros de recorrer. La gente aplaudía a todo lo que se moviera;
mejor dicho, a todo lo que se intuía que se pudiera mover, hasta
llegar al delirio de su irrupción, teatral, austera, sobrecogedora.
Arranca el espectáculo y tengo que buscar un puñado de palabras para
contaros lo que pasó. Ahí van algunas: vasos, chirridos, vodevil,
óxido, gruta, tarantela, áspero, disonante, confeti, trenes,
terciopelo, burlesco, gramola, barraca, pasodoble, histrión, polka,
paraguas, relojes parados, carrusel, megáfono, maracas, polvo,
estrellas, reverberación, estridente, cristales rotos, grúa, verbena,
feriante, chistera, desvencijado.
Las vuelvo a leer y compruebo que son palabras que al juntarse
compondrían una aventura en el desván. Sí, ver a Tom Waits es como
internarse en un agujero del tiempo y rescatar de un rincón de la
memoria los juegos que un día nos conmovieron, pero que hoy nos hacen
regresar al instante perdido. ¿Hay algo más fascinante para un niño
que adentrarse en el desván?
La primera noticia es que las canciones eran irreconocibles. Había
pasado tanto tiempo desde que soñaba con verle que, de pronto,
comprendí que le había descubierto entre los surcos del viejo vinilo
(que debe de estar en algún desván cerebral) y ahora la cosa va por
el MP7 o mp8, vaya usted a saber. Lucinda no parecía Lucinda ni
Aint´Goin´Down, pero sí te hacían traspasar el umbral e impregnarte
del universo Waits, un mundo en el que durante dos horas desfilaron
Down In The Hole, Falling Down, Chocolate Jesus, Hold On o Cemetery
Polka. Ya era suficiente para constatar la asombrosa cantidad de
matices que se amontonan en esa voz, gutural, densa, animal, delicada
en su brutalidad, brutal en su delicadeza, ese gruñido desmedido y
exacto, ese trueno sensible que sacude el ritmo cardiaco, el alarido
de la vida.
También es suficiente para cagarme en la puta madre que parió al
guitarrista Omar Torrez y al de los teclados, Patrick Warren. Sus
juegos malabares, esas escalas diabólicamente complejas y accesibles,
o su extraordinaria capacidad para arropar a alguien tan escurridizo
son geniales hasta el llanto. Vaya músicos, señores y señoras. Vamos,
para no volver a coger la guitarra en la vida.
Luego vienen, seguro que me como algunas, Black Market, Misery is the
River of the World, On The Nickel, Tango Till They´re Sore y, la
apoteosis infantil, Innocent When You Dream, ya sentado al piano y
acompañado sólo por el contrabajo de Larry Taylor. Nos mece, nos
acuna, se ríe de sí mismo y de nosotros, jugamos, soñamos, volamos.
Somos inocentes, ahora mismo somos inocentes, como sus dos hijos que
aparecen por el escenario. Pero el espectáculo sigue con Hoist The
Rag y Make it Rain, otro momento sublime. Cae una lluvia de
lentejuelas sobre su cabeza y el reverendo nos bendice. Es justo el
momento para caer en la tierra, en la dura tierra, y florece Cold
Ground: para mí el instante mágico en una noche irrealmente hermosa.
El acordeón irrumpe, porque no hay Tom Waits sin acordeón, y nos mece
hasta November, Jesus Gonna Be Here y Singapore. Adiós, tal vez,
porque no parece fácil irse tan lejos, pero la traca final llega con
Trampled Rose y Eyeball Kid. La última noticia del concierto repite
la primera. Había comentado en las horas previas a Alberto que mi
sueño sería escuchar Anywhere I Lay May Head. Cuando ya va a caer el
telón, suena algo. Mi amigo me dice al cabo de un rato, joder, tío,
qué suerte. Pasan unos acordes y me pongo a gritar. Alberto me dice
que qué me pasa. Y le digo, "¿es que no lo ves? ¡Es Anywhere I Lay
May Head! Y me dice, "pues ya te lo había dicho".
La música nace cada vez que este hombre abre la boca y el sueño se
hace realidad. Y esa alegría, ahora que uno sólo sigue a artistas que
rozan los sesenta años, siempre te sorprende.
ay
acabo de aterrizar en murcia despues de unos pocos dias y unos cuantos miles de kms
despues de atravesar media península
despues de disfrutar en barcelona de lo que ya no se ahora mismo cuando volverá a suceder
y de haber sucumbido en donosti a una de las experiencias mas espeluznantes, emocionantes, increibles y magicas de mi vida
y ahora mismo tan solo puedo decir:
NO HAY NADA PARECIDO A ÉL
ni creo que nunca lo haya...
y tengo que decirlo:
setlits? canciones cambiadas? épocas? discos? dinero?
no entiendo nada...
para mi lo de san sebastian fue una única, sobrenatural y catártica epifanía... que me limpió de arriba a abajo, me habló de mi pasado y, estoy seguro, me preparó para lo que vendrá, el paso de los años y la nostalgía de lo verdadero y efimero que todos sufrimos... de vez en cuando.
(cuidao bitxu, si la resaca del dia despues es dura con dos conciertos, con cuatro tiene que ser terrible... fijate la de tonterias que ando diciendo...)
por cierto, encantado de conocerte...
quedaban rastros de mis lágrimas en mi asiento?
Yo también estuve en el Kursaal y jamás olvidaré este concierto, por muchos motivos, uno era el primer concierto de este hombre que yo veía (quizás no haya otra oportunidad), dos interpretó de manera magistral algunos temas, yo destacaría tres momentos espectaculares cuando interpretó estos temas: Make it Rain, Innocent when your dream y Hoist that rag.
Las sensaciones que tuve durante las dos horas del concierto son difíciles de transmitir pero sería algo así como un hormiguero en la tripa con un movimiento desordenado de los millones de insectos.
INOLVIDABLE.
PD. Al día siguiente al comprar la prensa local conocí a través de una fotografía a la persona que mantiene este blog. Creo que se llama Laura, enhorabuena por el trabajo que haces manteniendo actualizada esta página.
Un saludo
Manuel
¿A alguien le ha dado por pensar si habrá querido decir algo con las canciones con las que terminó los conciertos? Yo sólo estuve en el del sábado, pero, a lo mejor, acabó con "Anywhere I lay my hat" porque se sentía como en casa y, por lo que comentáis del concierto del Forum, el lunes terminó con "The day after tomorrow" porque ya estaba deseando quitarse de en medio el concierto del martes.
... o todo fue una coincidencia, sin más. ¿Quién sabe?
Otra cosa ¿Soy el único que echó de menos un piano de cola?
Como decía áquel: "La vida puede ser maravillosa"
Yo también estuve allí (en el Kursaal) y todavía me parece que fue un sueño. He estado siguiendo la prensa y los distintos comentarios, tanto al concierto de San Sebastián como a los de Barcelona, y me indigna que la gente se queje del precio. A nadie le obligaban a ir. Es más, mucha gente dispuesta a pagar eso y diez veces más, se quedó sin su entrada...
Otra cosa fue el método de adquisición de entradas. Creo que la adquisición por internet, con carné y tarjeta, habría tenido el mismo efecto anti-reventa y no habría sido tan desesperante.
Para terminar, gracias por ahorrarnos trabajo recopilando art´ñiculos de laprensa.
yo no pude ir al Kursaal, pero estuve en Barcelona, y lo que me pareció es que había mucha gente que había comprado la entrada por la publicidad que se ha hecho al concierto (un mito que llega a España por primera vez y todo eso).
En cualquier caso, la gente que sabía de que va un espectáculo de Tom Waits, no creo que saliera decepcionada. A mi el concierto me pareció EXCELENTE.
De todas formas, por poner algún pero, si lo comparo con el último concierto que ví (en Berlin durante la gira de Real Gone) me gustó más en Berlín ... pero bueno, aquello fue de otro mundo. La diferencia sobre todo estuvo en la banda: a mi Marc Ribot me parece que va mucho mejor con Tom Waits que Omar Torrez. Además el batería que llevaba en la gira anterior (un tal Brian) también me parece mejor que Cassey Waits. Y esto se nota, por ejemplo recuerdo momentos gloriosos de aquel concierto como "God is Away on Business", aquí también la tocaron pero ...
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