miércoles, julio 29, 2009

Beck & Tom (segunda parte)

Segunda y última parte de la conversación con Beck. Reproducimos algunos fragmentos.


TW: Cuando te mudas, cuando te vas a una ciudad pequeña, lo primero que experimentas es sentirte como un aparato desenchufado. Te acuerdas mucho de la ciudad. Yo solía volver a Los Angeles sólo que para recargarme, pero al cabo de un tiempo… Ahora para mí es un lugar excitante al que ir, porque está tan vivo... En tu parabrisas, en cualquier lugar al que mires, hay una palabra. Siempre, en todas direcciones. La publicidad está en todas partes. En todos los lugares en los que se te pueda ocurrir mirar, alguien ha puesto “COMPRA ESTO!”


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BH: Alguien me dio un libro que Ed Ruscha hizo en los años 60 en el que fotografió toda la calle Hollywood Boulevard, entera, y enganchó las fotos una a continuación de la otra. Y la volvió
a fotografiar de nuevo hace unos pocos años. Las imágenes aparecen una al lado de la otra.

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TW: Toda la ciudad es como una especie de canción popular. Es dominio público. Todos tomamos parte en su creación. No ha sido construida por un solo tipo. Así es como lo veo, todos trabajamos juntos. Incluso en tu casa, las cosas que haces en tu casa, bueno, alguien vivirá en ella, pero eso es lo que tú le has hecho. Y alguien después de ese alguien vivirá en ella. Me molesta toda la gente que veo cada día y que no volveré a ver nunca más. Estamos rodeados de extraños. Millones y millones de personas que ves cada día y que son como peces. Sólo son extras en la película que tú protagonizas, y tú eres un extra en la película que protagonizan ellos. Es extraño. En una ciudad eres muy consciente de ello, porque hay tanta gente, y tu simplemente te abres paso a través de ellos. Eres como un espermatozoide sacudiendo tu flagelo por ahí, intentando encontrar tu camino en la ciudad.BH: A quién conoces y las situaciones en las que te encuentras con la gente son algo arbitrario. Hay una cantidad infinita de puertas que podrías haber abierto.

TW: Y salir y entrar por otra puerta y empezar otra vida a seis manzanas de distancia.

BH: Me pregunto si eso todavía puede hacerse. Acabo de ir a Japón y ahora te escanean el ojo cuando entras en el país. Tienen un ordenador que lee las huellas dactilares…

TW: ¿En el aeropuerto?

BH: Sí, en la aduana.

TW: ¿Te leen el ojo? Oh, tío!



BH: Sí, leen tu globo ocular.

TW: Japón es el país de la naranja de 700 dólares.

BH: Es la mejor naranja que has probado jamás. Tiene que ser una experiencia religiosa en cuanto a naranjas se refiere (risas).

TW: Se supone que sí. Sí, supongo que querrías una habitación. Sólo tú y la naranja. (Risas). Eliminan todas las flores del árbol excepto una, y esa es la que se convierte en la naranja. Todos los nutrientes van a ella. También tienen una sandía cuadrada, ¿sabes? Madura en una caja de madera, después cortan la madera y queda una fruta cuadrada. Puedes cortarla como si fuera pan y es fácil de almacenar. 




BH: ¿Has estado muchas veces en Japón?

TW: No he ido en mucho tiempo. Recuerdo que se podía comprar ropa interior en una máquina de vending. Era muy excitante. 

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TW: Es como lo que decía Einstein: si tiene un defecto y es irreparable, conviértelo en una característica. Si siempre quemas las crepes, ponlo en la pizarra: crepes quemadas, 99 centavos. La gente capaz de arreglar cosas con cuerdas está desapareciendo. Yo creo que la mayor parte de las cosas pueden arreglarse con una cuerda, pero necesitamos recordar esto. Excepto si derramas un refresco en el ordenador, entonces no creo que funcione. O si tiras una Coca
-Cola en el culo del televisor, no creo que lo de la cuerda funcione. Se convertirá inmediatamente en una mesa-camilla. 



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BH: ¿Cuánto tiempo llevas haciendo fotografías?

TW: Oh, un par de años. Algunas son muy absurdas. No sé si alguien está tan interesado en ellas como lo estoy yo. Son sólo formas extrañas (fotografías de manchas de aceite en el pavimento). No creo que vayan a ser The Next Big Thing. “Mira cariño, mira, aquí está Jackie Gleason, y le sale un caballo de la cabeza. Parece que un pájaro le está comiendo la barbilla. Hay un camello. ¿Ves el camello? El camello está desapareciendo en el estanque, y aquí hay una fuente y Richard Benjamin se está zambullendo”. Veo cosas que no ve nadie más. Son sólo para casa. Son solo un divertimento personal.

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TW: El yo-yo es un arma filipina del siglo dieciséis. Pesaba dos kilos y tenía seis metros de cuerda. No llegó a los Estados Unidos hasta 1929.